jueves, 23 de agosto de 2007

Conferencia de Ramón Fernández


RAMÓN FERNÁNDEZ Tomy Duarte


Ramón Fernández nació en Piedrabuena (Ciudad Real), pasó parte de su juventud en la bonita ciudad andaluza de Málaga; pero por razones de trabajo ha tenido que viajar por varias ciudades de la geografia española. En el año 1990, decidió fijar definitivamente su residencia en Alicante, y en la actualidad es miembro benefactor del Museo del Mar de Santa Pola. Ramón Fernández expresa la influencia de su medio y se somete al hechizo de la luz mediterránea. Su obra posee la cualidad de la atmósfera transparente y camina hacia la abstracción, pasando por la pintura realista de paisajes, bodegones, retratos, caricaturas, etc., elementos muy simples y minuciosos que repetidos crean una atmósfera de gran pureza. El rayismo, los retales coloreados dentro de una misma gama, el puntillismo…, están al servicio de su extraordinaria sensibilidad para darnos una versión delicadísima de un árbol, la lejania, la hoja o la flor. Basta, quizá una ojeada a uno de sus cuadros para sentirnos fascinados, pero sobre todo inquietos, porque en ellos entramos en nosotros. Dice la doctrina platónica que descubrir es recordar.
Uno de los efectos de sus cuadros, es que no nos descubren nada nuevo sino que nos recuerdan bellos sueños. La obra de Ramón Fernández es una indagación plástica que crece y se interrelaciona, se enriquece y se complementa y genera un lenguaje artístico propio y lo hace avanzar muy rápidamente. Sus imágenes son experiencias dificiles que como cicatrices marcan la evolución artística de este magnífico pintor manchego, que un día decidió vivir para siempre en la ciudad del Sol y la luz, deslumbrado como no podia ser de otra manera del maravilloso embrujo del mar mediterráneo.
La pintura de Ramón Fernández, es también un camino para conocerse a sí mismo, un revulsivo muy importante, como el aprendizaje de nuevas técnicas que en el arte siempre tiene que ser una búsqueda. Fernández cultiva una pintura realista, una acuarela lírica, una topografia romántica, que embellece todo cuanto toca su pincel, transformando la acuosidad de sus colores en obras de verdadero ensueño. Sus reiteradas innovaciones en el campo de la abstracción no han sido frutos meramente coyunturales, sino logros pautados por el estudio de una planificada y rigurosa investigación personal, legitimada tanto por sus cualificados resultados plásticos como por su coherente fundamentación argumental. La contemplación de su obra me acerca al decorativismo, de ornamentos, de pasados remotos y, a su vez, al ludismo topológico y casi cibernético más actual

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